La convención dicta que Otelo ha de ser representado como un hombre esencialmente bueno que cae en la red de intrigas tejida por Yago, uno de sus subalternos, quien motivado por la ambición se mete en su cabeza para propiciarle celos —ese «demonio de ojos verdes que se burla de la carne de la que se alimenta»—, con el objeto de hacerle caer en desgracia. Otelo, como es sabido, mata a su esposa Desdémona al sentirse traicionado y deshonrado por su supuesta infidelidad.
En la época en que fue escrita (1603), posiblemente la reacción del moro fue percibida como adecuada por la mayoría de los espectadores. Y esto porque se asumía que las mujeres tenían dueño y como afirma la propia Desdémona, debían obediencia a sus padres y a sus maridos. Para muchos lo injusto de su asesinato provenía del hecho de que era fruto de una serie de mentiras, pero acabar ahorcada a manos del esposo no debió ser un destino extraño para las adúlteras. El adulterio masculino, en cambio, generalmente ha sido tratado con mayor permisividad.
¿Ha cambiado en algo dicha situación? Cualquier relectura de Otelo debería hacerse esta pregunta. Y eso es lo que hicieron Andrea Salmerón Sanginés y Alfonso Cárcamo al retomar el texto de William Shakespeare para realizar su adaptación a nuestro contexto en La maté por un pañuelo, actualmente en cartelera en el Teatro Isabela Corona.
Otelo en esta versión es un general de origen humilde, con sangre indígena, que ha ido escalando puestos debido a sus méritos militares, y que es tratado con respeto debido al miedo que logra imponer en políticos que a sus espaldas lo desprecian. Éstos por su parte son un puñado de arribistas que se regodean en su racismo, su clasismo y su misoginia. Entre ellos hay una mujer que explota a otras mujeres, representadas a su vez por una edecán que está presente en calidad de convidada de piedra pero que al final juega un papel fundamental, para quien sabe leer alegorías.
Finalmente están Desdémona, uno de los personajes que más fieles se mantienen a su modelo original, pues aunque joven, representa a la mujer tradicional que ha sido educada bajo códigos vetustos. Y por otro lado Emilia, la esposa de Yago, que en esta adaptación amplía la reflexión que Shakespeare pone en su boca a través de aquel famoso diálogo que muchos han considerado como feminista avant la lettre. Entre ambas tejen una de las escenas más memorables y tristes de la obra.
El montaje ha generado polémica. No a todos les ha gustado escuchar una retahíla de diálogos racistas, clasistas y misóginos, en lugar de los versos del bardo de Stratford-upon-Avon. Y tampoco ver a Otelo tratado como un feminicida. ¿Podría ser de otra manera? Revisando los diarios veremos que los palacios de hoy son ocupados por políticos que dicen cosas peores, de hecho en el texto se reconocen frases que realmente han sido expresadas por varios de ellos en los últimos sexenios. Y por otra parte, si Otelo no es un feminicida, ¿entonces qué es?
Porque aunque dicho personaje y Yago sean contrapuestos en muchos sentidos —pues mientras uno representa el mérito y la integridad, el otro es la imagen viva de la corrupción y la vileza—, ambos comparten una serie de ideas y creencias respecto al papel que juegan las mujeres en el mundo. Si las semillas de discordia que Yago siembra en Otelo crecen y tienen ese efecto tan devastador, es porque caen en un suelo que ha sido fertilizado durante siglos por las convenciones de un mundo patriarcal.
En suma, aunque Otelo no pudo ser llamado feminicida en el siglo XVII —empezando porque la escritora y activista feminista Diana Rusell no había introducido el término al debate público, lo que ocurrió hasta 1976 durante el Tribunal Internacional de Crímenes Contra la Mujer—, hoy día, en una adaptación de su historia a nuestro contexto, no puede dejar de ser reconocido y señalado como tal.
Andrea Salmerón Sanginés ha contado en diversos momentos que la inspiración para desarrollar esta adaptación —la cual también dirige— se dió a raíz de que conoció el trabajo de la Colectiva Bordamos Feminicidios, que como su nombre lo indica, borda en pañuelos los nombres y las historias de las mujeres asesinadas en nuestro país. La idea original comenzó como un ejercicio de memoria colectiva para recordar a los muertos y desaparecidos a partir de la guerra iniciada por Felipe Calderón, sin embargo al poco tiempo quienes hoy integran dicha colectiva, identificaron la necesidad de nombrar específicamente a las víctimas de la violencia feminicida.
Por otra parte, durante el montaje de la obra tuvo lugar la más reciente ola del movimiento #MeToo en México, que denuncia las violencias machistas ejercidas contra las mujeres tanto en ámbitos domésticos como profesionales. Ésta generó una serie de debates necesarios y no pocas polémicas. Muchos gremios —incluido por supuesto el teatral— se cimbraron al ver que hombres con trayectorias reconocidas eran señalados públicamente por haber agredido de diversas formas a sus alumnas, colegas, novias, esposas, amigas, amantes, madres, hermanas, hijas, etcétera.
El suicidio del músico y escritor Armando Vega Gil a partir de que fue denunciado, queriéndolo o no ocasionó que el debate girara en torno a la posibilidad de ser difamado desde el anonimato, enviando a un segundo plano la voz de las mujeres expresada en el vendaval de denuncias que con toda probabilidad sucedieron. Los testimonios en cada uno de los hashtags de Twitter habilitados para tal efecto se contaron por cientos.
En este contexto se estrenó la obra en el Teatro Juan Ruíz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, el 9 de mayo de 2019, iniciando una primer temporada de treinta funciones. Las reacciones que hasta ahora ha generado en el público han sido diversas, pero una constante en mis congéneres es la incomodidad. En las mujeres, en cambio, he percibido sentimientos que van de la indignación hasta la más profunda tristeza. El espejo que nos coloca frente a los ojos refleja uno de los aspectos más crudos de nuestra realidad, que sin embargo hay que ver para poder empezar a cambiar.
Aunque La maté por un pañuelo no es, ni quiere ser, fiel a la obra de William Shakespeare, muestra un profundo respeto hacia la misma, pues la trata como lo que Jorge Luis Borges e Ítalo Calvino definieron como un clásico: un texto que nunca termina de decir lo que tiene que decir, que produce interpretaciones sin término, que despierta sentimientos inesperados en cada lectura, que no te deja indiferente, que te interpela. En suma, como una historia viva.
Publicado en SubVersiones el 31 de julio de 2019.
]]>La comunidad nahua de Santa María Ostula, ubicada en el municipio de Aquila, Michoacán, me es muy entrañable por la calidez y dignidad de su gente, por su capacidad para sobreponerse a las adversidades y por su larga historia de lucha y resistencia. Hace algunos años redacté un artículo en el que intenté hacer un resumen de esta última.
Sus tierras son muy codiciadas por varios factores: se localizan sobre la carretera que conecta a varios estados del norte con el puerto de Lázaro Cárdenas, son muy fértiles, cuentan con playas hermosas susceptibles de ser explotadas por grandes intereses turísticos y tienen recursos naturales valiosos como maderas preciosas y hierro.
Una colega me pidió que elaborara un mapa sobre los intereses mineros en la región, para ilustrar un texto sobre los errores en la cartografía oficial que han puesto en riesgo la integridad de su territorio. Arriba pueden ver el resultado.
Título | Lote | Titular | Vigencia |
---|---|---|---|
209771 | La Cofradía II | Las Encinas | 1999-2005 |
217537 | Eréndira Poniente | ArcelorMittal Las Truchas | 2002-2052 |
222246 | Cofradía Tres | Las Encinas | 2004-2054 |
223431 | La Cofradía | Las Encinas | 2004-2054 |
224135 | San Martín Fracción IV | Las Encinas | 2005-2011 |
224136 | San Martín Fracción V | Las Encinas | 2005-2011 |
226754 | San Martín | Las Encinas | 2006-2055 |
232842 | La Aguja I | Las Encinas | 2008-2058 |
237606 | Marce | Mario Pérez Martínez y socios | 2011-2061 |
237744 | M.G. | Silvia Rocha Chávez | 2011-2061 |
238074 | Tara Roja Fracc. 2 | Juan Ignacio Rochín García | 2011-2061 |
239495 | Trivento | José Trinidad Ramos Birrueta | 2011-2061 |
En total son 12 las concesiones mineras que se han otorgado sobre su territorio y aunque actualmente no se están explotando, el riesgo de que empiecen a serlo es latente, ya que la mayoría de ellas tiene una vigencia de 50 años.
Como podemos observar la situación en los territorios aledaños es similar, o incluso más grave. Más preocupante aún es que ésta no es muy distinta en el resto del país, lo que se puede constatar en este otro mapa interactivo que elaboré inicialmente. El despojo a través de la minería es una amenaza que se cierne sobre muchas comunidades.
]]>La posición crítica que siempre ha sostenido el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) frente a Andrés Manuel López Obrador, por supuesto que no es del agrado de muchos de los simpatizantes de este último. Y aunque hay quienes se esfuerzan por responder al ejército rebelde con argumentos lógicamente válidos, la verdad es que una inmensa mayoría cae —tarde o temprano— en alguna de las siguientes cinco falacias.
Marcos y el EZLN sirven a intereses oscuros, son títeres de Salinas.
Ad Nauseam: Se argumenta a favor de un enunciado mediante su prolongada reiteración, por una o varias personas, sin ofrecer mayores pruebas y sin atender a los argumentos del contrario.
AMLO arrasó, tanta gente no puede estar equivocada.
Ad populum: Implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la opinión que de ello tiene la gente en general. Se asume que las mayorías nunca se equivocan. Sí lo hacen.
Morena es no es una organización perfecta. Pero quienes la critican tampoco, por tanto deberían callarse.
Ad hominem: Desacreditar al emisor en vez de al argumento. La veracidad o falsedad de una afirmación no depende de que quien la diga tenga una trayectoria cuestionable o intachable.
Una variante del anterior es tu quoque que significa «tú también»: consiste en acusar al contrario de lo mismo que estamos siendo acusados para invalidar sus argumentos.
¿Dónde ha estado el EZLN los últimos 6 años? No he sabido nada de ellos. No han hecho nada por los indígenas. Solo aparecen en las elecciones.
Ad ingnorantiam: Afirmar con base en la ignorancia, en la falta de conocimiento. Se comete esta falacia cuando se infiere la verdad o falsedad de una proposición basándose en la ignorancia existente en torno a ella.
Si no hay unidad los zapatistas y los indígenas continuarán aislados y seguirán siendo marginados.
Ad baculum: El contrario se ve forzado a admitir la validez de la falacia para evitar las consecuencias negativas de no hacerlo. Frecuentemente estas implican algún tipo de violencia.
]]>Cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) le propuso al Congreso Nacional Indígena (CNI), formar un Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y nombrar a una vocera que sería registrada como candidata independiente a la presidencia de la república, sabía que ambas organizaciones por momentos tendrían que ajustar sus tiempos al «calendario de los de arriba».
El reto será entonces mantener los propios, a la vez que se cumplen los requisitos burocráticos establecidos por el Instituto Nacional Electoral (INE), institución que heredó el descrédito del desaparecido Instituto Federal Electoral (IFE), pues bajo ninguna sigla se ha logrado erradicar el clientelismo, la corrupción y los fraudes. Por el contrario, se han reforzado.
Todos los partidos han caído, en mayor o menor medida, en estos males. Y la gente lo sabe. De ahí que en las elecciones en México, la abstención siempre supera por mucho al porcentaje del candidato o candidata más votado. Por supuesto, eso no significa que la mayoría apoye una alternativa más radical, como la vía armada. Pero tal vez sí respalde una más atípica. Esa es la apuesta del CNI.
Los votos serán lo de menos, se entiende que el piso no es parejo. Lo que se pretende, según las declaraciones de la vocera del CIG, María de Jesús Patricio Martínez (Marichuy), es aprovechar el revuelo que genera la coyuntura electoral para organizarse como pueblos indígenas y mostrarle al país que existen otras formas de hacer política, en las que se practica el mandar obedeciendo de acuerdo a las necesidades de cada comunidad.
Sin embargo, el CNI tendrá que jugar bajo reglas ajenas y cumplir con varias formalidades antes de empezar a recorrer el país para difundir su mensaje.
En primer lugar, tuvo que constituir una Asociación Civil, a la que denominó «Llegó la hora del florecimiento de los pueblos», con la ayuda de decenas de académicos e intelectuales afines al zapatismo. No podía ser de otra forma dado que así lo exige el Artículo 368, apartado 4, de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales.
En segundo, el pasado 29 de agosto el INE estableció que de acuerdo al corte de la lista nominal hecho el 11 de agosto de 2017, el mínimo de firmas necesarias para registrar una candidatura independiente a la presidencia es de 864 mil 536.
Dichas firmas se podrán recabar entre el 10 de octubre de 2017 (fecha en que se hace entrega de la constancia de aspirante) y el 6 de febrero de 2018, mediante una aplicación que funciona sobre teléfonos de «gama media y alta» con el sistema operativo Android 5.0 e iOS 8, o superior.
Para firmar es necesario contar con una credencial de elector vigente. Cualquiera puede checar si la suya es válida en la página: http://listanominal.ine.mx/. Por supuesto, firmar no implica votar por la hasta ese momento aspirante, sino solo contribuir a que se le abra un espacio en las boletas.
Además, según el Artículo 371 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, los apoyos deben cubrir por lo menos el 1% de la lista nominal en 17 estados de la república. El siguiente es un cálculo aproximado de las firmas necesarias por cada entidad.
La aproximación en todo caso es igual o ligeramente mayor a lo requerido, dado que se utilizó la lista nominal del 1 de septiembre de 2017, en la que los números han aumentado.
Finalmente la solicitud de registro deberá entregarse entre el 8 y 11 de marzo de 2017. Los resultados de la verificación del «apoyo ciudadano» se darán a conocer el 23 de ese mismo mes, siendo el día 29 cuando se da la aprobación del registro para las candidaturas de la elección federal.
En cuanto al método mediante el cual se registrarán las credenciales de elector de aquellos y aquellas que apoyarán la candidatura de Marichuy, sobra decir que el INE ignoró por completo la aún importante brecha digital que existe entre aquellas personas acostumbradas al uso de computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes, con acceso regular a una conexión de Internet decente; y aquellas que nunca han utilizado dichas tecnologías.
Según la más reciente Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); un 40.5% de los mexicanos y mexicanas no usan Internet. Un 26.4% no cuenta con un teléfono móvil y del 73.6% que sí, un 24% utiliza un celular común que apenas y cumple las funciones básicas.
Los resultados del INEGI no sorprenden. Si bien el uso de las tecnologías de la información se ha extendido en los últimos años, éstas han sido adoptadas principalmente por jóvenes y adultos de entre 12 y 44 años que viven en entornos urbanos. Otros factores que inciden en su mayor o menor aprovechamiento son el grado de escolaridad y los índices de pobreza y marginalidad. Veracruz, Chiapas, Guerrero y Oaxaca son los estados en los que menos se usa el teléfono celular.
Muchas personas que podrían haber participado recolectando apoyos, dependerán de otras para mostrar el propio. Gente que no sabe mucho de teléfonos inteligentes, sistemas operativos, memes o redes sociales; pero posee esa sabiduría profunda que se obtiene al defender todos los días a sus comunidades y territorios de los intentos de despojo.
Aunque por supuesto, en el CNI existen jóvenes y no tan jóvenes que hacen un uso cotidiano las tecnologías mencionadas. Además de que las simpatías que despiertan en muchas ciudades no es menor. México, Guadalajara, Puebla, Xalapa, Tijuana, San Cristóbal de las Casas y muchas otras, cuentan con personas y colectivos dispuestos a tejer redes de apoyo para el CIG y su vocera.
En varios estados se han llevado a cabo reuniones con ese objetivo y en los próximos días concejales y concejalas estarán visitando varias universidades. La organización que se derive de estos encuentros resultará fundamental para que, como dijera el abogado y miembro del CNI Carlos González, éste pueda «colarse en la fiesta de los de arriba para echárselas a perder».
En el comunicado en el que el EZLN explicó detalladamente la propuesta se apuntó:
Les dijimos que no importaba si ganaban o no la presidencia de la República, que lo que iba a importar era el desafío, la irreverencia, la insumisión, el quiebre total de la imagen del indígena objeto de la limosna y la lástima (imagen tan arraigada en la derecha y, quién lo dijera, también en la izquierda institucional del «cambio verdadero» y sus intelectuales orgánicos adictos al opio de las redes sociales), que su atrevimiento cimbraría al sistema político entero y que tendría ecos de esperanza no en uno, sino en muchos de los Méxicos de abajo… y del mundo.
Así, no quieren un lugar en el juego para ganarlo, saben que los dados están cargados. No son ingenuas e ingenuos. Su intención es más simple: patear el tablero, mostrar una vez más los absurdos límites que el sistema político mexicano le impone a la gente se organiza y trabajar para lograr una coordinación a nivel nacional con el fin de propiciar cambios realmente significativos.
Publicado en SubVersiones el 5 de septiembre de 2017.
]]>Este 1° de enero el Congreso Nacional Indígena (CNI) anunció los resultados de la consulta que se llevó a cabo entre los pueblos, tribus y comunidades en donde tiene presencia, sobre la posibilidad de formar un Concejo Indígena de Gobierno, cuya voz sea materializada por una mujer indígena que participe como candidata independiente en las elecciones presidenciales de 2018. Luego de dos días de discusión y deliberación, delegados y delegadas reunidos en el Centro Indígena de Capacitación Integral – Universidad de la Tierra (CIDECI-UniTierra) de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, decidieron que la propuesta va.
Originalmente planteada en octubre pasado por los representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), durante la primera etapa del V Congreso Nacional Indígena (V CNI), la iniciativa fue llevada por las y los representantes hasta sus lugares de origen, mediante asambleas informativas y deliberativas en las que la gente pudo conocerla, criticarla y por supuesto, enriquecerla. Así, la organización indígena la hizo suya con el objetivo de reagruparse y pasar a la ofensiva en la lucha por mantener la integridad de sus territorios, su lengua y su cultura.
Los detalles de la propuesta —que sorprendió a propios y extraños— fueron explicados unas semanas después en un extenso comunicado, firmado por los Subcomandantes Moisés y Galeano. En él, respondieron puntualmente a las dudas legítimas que surgieron entre sus afines, así como a las tergiversaciones e interpretaciones mal intencionadas expresadas por políticos, analistas y medios cercanos a los grupos de poder —incluida la izquierda partidista, que vio la iniciativa como un afrenta.
Para empezar, Moisés y Galeano aclararon que su intención no es convertirse en un partido político y que no es de las filas del EZLN de donde saldría la representante de los pueblos indios de México, sino que serían éstos los que acordarían los modos y las formas para nombrar al mencionado Concejo (con «c») Indígena de Gobierno que, de manera autónoma, designará a una vocera que enarbole sus demandas. La coyuntura electoral serviría entonces como un mero pretexto para, en su propias palabras: «llevar un mensaje de lucha y organización a la gente pobre del campo y la ciudad de México y el mundo».
A veinte años de su formación, el CNI se prepara para mostrarle nuevamente al resto del país su «muy otra» forma de hacer política, donde lo importante no son las dádivas que ofrecen los aspirantes a los cargos de elección, sino la capacidad de los propios pueblos para organizarse, construir gobiernos que manden-obedeciendo y destruir la red de complicidades que se teje entre todos aquellos que se benefician del despojo y la explotación indiscriminada de nuestras riquezas.
Hace mucho tiempo el EZLN entendió que su ritmo lo deben marcar las comunidades organizadas. En las montañas del sureste mexicano, su área de influencia, ha subordinado toda su capacidad política y militar a las necesidades de sus bases de apoyo. Mientras, a nivel nacional, ha mantenido un espacio abierto para los principales afectados por las políticas de destrucción en todas las mesas, foros y tribunas que ha conquistado con su accionar. Tal es el caso de los pueblos originarios, quienes han tenido y siguen teniendo un papel destacado en la elaboración de sus propuestas y el trazado de sus estrategias. Basta recordar aquí el proceso de negociación y firma de los Acuerdos de San Andrés y las movilizaciones que le sucedieron para exigir su cumplimiento.
Durante este V CNI las y los zapatistas han decidido ir más allá, al pedirle a los pueblos, tribus y comunidades que lo conforman que sean ellas las que encabecen y decidan los modos y las formas de una movilización que ha de cimbrar al corrupto sistema político mexicano desde sus cimientos. En su segunda etapa participaron delegados y delegadas de 523 comunidades pertenecientes a 43 pueblos distribuidos en 25 estados de la república. De estas, 430 estuvieron de acuerdo con avalar la propuesta. En 80 comunidades la consulta continúa ya que en algunas regiones del país, el clima de violencia y hostigamiento ha hecho aún más difícil un proceso de por sí complejo.
Cabe recordar que desde octubre pasado el CNI determinó que las comunidades que no estén a favor de formar un Concejo Indígena de Gobierno cuya palabra sea materializada por una mujer indígena que contienda a la presidencia en 2018, seguirán en el CNI, pues éste se rige por los siete principios del mandar-obedeciendo, uno de los cuales es «convencer y no vencer». Dichos principios fueron ratificados en su sesión plenaria este 1° de enero en el Caracol de Oventic. El resto son: «representar y no suplantar, obedecer y no mandar, bajar y no subir, servir y no servirse, construir y no destruir, proponer y no imponer».
La mesa del evento, conformada por cinco mujeres del CNI y dos subcomandantes del EZLN, se encargó de preguntar a la asamblea si se avalaban o no cada uno de los acuerdos tomados durante las sesiones del 30 y 31 de diciembre de 2016 en el CIDECI-UniTierra. Uno de los momentos más emotivos de la tarde fue cuando se ratificó que la representante del concejo sería una mujer indígena conocedora de su lengua y su cultura, que tenga un largo caminar junto al CNI. La ovación que se desató luego de que los delegados y delegadas contestaran al unísono con un sonoro «¡sí!» fue atronadora. El nombre de la representante se conocerá hasta el 27 y 28 de mayo del presente año, cuando se realice la asamblea constitutiva del Concejo Indígena de Gobierno, en un lugar aún por determinar.
Concluida la primera parte del acto, subieron al templete algunos de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos por la policía en Iguala, Guerrero, quienes saludaron al EZLN y al CNI y exigieron la presentación con vida de sus hijos. Los abrazos entre ellos y los subcomandantes del EZLN fueron particularmente efusivos. Posteriormente se dio lectura a una carta enviada por Gonzalo Molina, fundador de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias – Policía Comunitaria (CRAC-PC) del estado de Guerrero, actualmente preso. Y en seguida se abrió el espacio para que los jóvenes de la okupación Chanti Ollin, recientemente desalojados en la Ciudad de México, denunciaran su caso.
Para finalizar el evento tomó la palabra el Subcomandante Insurgente Moiśes, quien leyó un comunicado en el que recordó que, en 1994, el EZLN tomó un camino que para muchos y muchas era excluyente, el de las armas. Y mencionó que se les cuestionó el método, mas no la legitimidad de sus demandas. Hoy el CNI se plantea transformar el país por la vía pacífica, llevando a cabo una movilización sin precedentes en tiempos electorales. A esta propuesta, ¿qué pero podrían ponerle?, preguntó el jefe rebelde.
Publicado en SubVersiones el 2 de enero de 2017.
Con fotografía de Regina López.
Una webcam instalada sobre uno de los edificios que rodea al Zócalo de la Ciudad de México indica que este está a tres cuartos de su capacidad. En las redes sociales se dice que llenándose el primer cuadro se cerrarán todos los accesos. Son casi las 6:00 de la tarde. Tomo un bolso, le meto un impermeable y me voy a ver a Roger Waters, lo que me costará la magnífica cantidad de diez pesos, si contamos los boletos de metro de ida y vuelta. Espero encontrar a algunas amigas y amigos, pero cuando veo la cantidad de gente que hay concluyo que eso será imposible. La plaza está a reventar.
Efectivamente, la policía ha empezado a cortar el acceso en algunas calles. Posteriormente varios «portazos» serían subidos a YouTube. Yo por mi parte entro caminando por 16 de Septiembre sin contratiempo alguno. El sol de la tarde está pegando. Camino hacia el lado más cercano a Palacio Nacional ya que por experiencias previas sé que es el que se queda más vacío durante este tipo de eventos. Mientras lo hago voy contando las torres de sonido, son 16. Hay también dos pantallas «gigantes» que se ven del tamaño de una TV, frente a la que se extiende a lo largo de todo el escenario.
Como puedo me voy abriendo paso hacia enfrente, llego hasta el asta bandera, más allá ya no se puede. No importa, la visibilidad es perfecta. Ni cuando he ido al Foro Sol he estado tan cerca de los músicos. Me siento en el piso y saco el Kindle para leer algo en tanto empieza el desmadre. No puedo, filas de gente pasan junto a mi por oleadas y me distraen. Guardo el aparato. Observo a mi alrededor y veo que hay dos jovencitos con cara de estudiante, una pareja «bien vestida» de aproximadamente 40 años, un grupito de siete «chavorrucos» (señores con actitud juvenil) que se pasan entre ellos un toque de mota, y una señora más o menos de la edad de mi madre acompañada por una robusta muchachita con lentes de fondo de botella que asumo es su nieta.
El tiempo se estira. Son apenas las 6:32, el concierto está programado para empezar a las 8:00. A mi alrededor la gente se organiza para ir por agua y otras chucherías. Uno de los «chavorrucos» se ofrece. «Apúntenle nomás que traigo, ahí me pagan a la vuelta», dice sonriente. Siempre que me encuentro en una situación de tediosa espera junto a un montón de gente pienso en el relato de Julio Cortázar, «La autopista del sur», en donde un embotellamiento que dura meses da pie al surgimiento de toda una serie de relaciones entre quienes lo padecen. Me imagino que los que están hasta adelante, que llegaron a apartar su lugar desde las 8:00 de la mañana, ya deben ser compadres y comadres entre sí. Seguramente trajeron comida y así como aquí a mi lado está corriendo la mota, allá adelante han corrido los sándwiches de atún y de jamón, las Coca Colas y las botanas. Me entra un poco de hambre. En esas estoy cuando afortunadamente vuelve el «chavorruco» con los encargos, le pago un agua y unos cacahuates. Miro el reloj y apenas han pasado 20 minutos.
Me paro y observo que no hay huecos a mi alrededor. El sol por fin deja de joder cuando se oculta tras los edificios al poniente. «Ya falta una hora», me dice el señor «bien vestido» que está atrás de mí. «Sí, ya es menos», balbuceo. Tanto a él como a su esposa les digo los «bien vestidos» no porque vayan ataviados como para un boda, sino porque aunque llevan pantalones de mezclilla, estos se muestran impecablemente planchados. Además, ambos traen una playera blanca tipo polo fajada, tenis marca Adidas, parece que se acaban de bañar y huelen a perfume. Probablemente son oficinistas. Salvo por la señora y su nieta, a su lado los demás somos unos rotos.
Pero si vamos a hablar de clases sociales es mejor levantar la vista hacia los balcones del Best Western Hotel Majestic y el Gran Hotel de la Ciudad de México; en donde para disfrutar del concierto se han ido a refugiar aquellos a los que no les gusta convivir con la plebe. También hay un par de chicas sentadas en el borde de una de las ventanas del último piso de Palacio Nacional. Me pregunto si no serán las pretenciosas hijas de Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera pero luego me digo a mi mismo que ya que se espera que haya pronunciamientos políticos y rechiflas en contra de su padre esta noche, de estar su presencia no sería tan evidente. Quizá sean burócratas.
Hacia las 7:30 el cielo está prácticamente oscuro. Se empieza a sentir un aire de lluvia y surgen por doquier los vendedores de capas de plástico. Me pongo el impermeable. Se encienden los reflectores colocados sobre las torres de bocinas que pocos minutos después empiezan emitir el sonido de un océano. Sobre el escenario se dibuja el mar oscuro y un cielo estrellado de esos que a simple vista solo puedes percibir cuando andas hasta el culo de peyote. La gente grita, la que estaba sentada se incorpora y los murmullos poco a poco se aquietan. El sonido del océano tiene un efecto sedante en la multitud. A las 8:00 en punto los reflectores se apagan, la gente vuelve a gritar y en la pantalla una luna empieza crecer hasta hacerse gigante.
Roger Waters no es un gran cantante, ni tampoco un virtuoso en su instrumento. Su genialidad no reside en la interpretación. Es un excelente compositor y un tremendo director de escena, afecto a los montajes de tamaño colosal. Sospecho que es su alter ego Pink —el protagonista de The Wall—, instalado su faceta mas oscura, quien toma las riendas a la hora de concebir esos escenarios monumentales. Es la manera que tiene el artista comprometido con diversas causas de índole político y social, de tranquilizar al dictador megalomaniaco que no acaba de superar la temprana pérdida de su padre, la sobreprotección de su madre y su historial de fracasos sentimentales.
El setlist está compuesto en su mayor parte por canciones de los álbumes más representativos de Pink Floyd: Dark Side of the Moon, Wish You Were Here, Animals y The Wall. Roger volcó toda su creatividad en dicha banda desde 1964 hasta 1985, año en que intentó disolverla en contra del deseo de sus compañeros. Para bien o para mal, perdió la batalla en los tribunales y la cuestión de los derechos se sanjó con un acuerdo extra judicial. La lluvia se hace presente justo cuando empieza una de las pocas piezas de la noche que no pertenece a dichos trabajos, «Set the Controls for the Heart of the Sun», que se supone es la única de la extensa discografía de esta agrupación británica que contiene aportes de sus cinco miembros oficiales: Roger Waters, Nick Mason, David Gilmour, Syd Barrett (†) y Richard Wright (†).
El agua no hace mella en el ánimo. Fluyen los acordes de clásicos como «Breathe», «On These Days», «Time», «The Great Gig in the Sky» y «Money». Mucha gente se sabe las letras y la que no se las inventa en un idioma que intenta parecerse al inglés. Los músicos y las coristas no decepcionan, suenan y saben a Pink Floyd, son intérpretes de primer orden y Waters los ha acoplado de manera perfecta. Vuelve a la pantalla el cielo estrellado y llega el momento de pedirle a nuestras respectivas nostalgias que sigan brillando como un diamante loco, «Shine On You Crazy Diamond» se enlaza con los psicodélicos sintetizadores de «Welcome to the Machine» y «Have a Cigar». Entonces el sonido de una vieja radio cambiando de emisoras nos arranca un alarido, pues es hora de añorar a los que se han ido con «Wish You Were Here».
Ha dejado de llover. Estamos justo a la mitad del espectáculo. Hasta ahora los visuales proyectados han sido, en cierta medida, discretos. Pero eso está por cambiar. Mientras se escucha el sonido de una sirena industrial aparecen cuatro grandes chimeneas, dos a cada extremo, al tiempo que se dibuja la fachada de la Battersea Power Station, la vieja central termoeléctrica que sale en la cubierta de Animals. Y así la banda se arranca a interpretar uno tras otro, la mayoría de los temas incluidos en dicho álbum: «Pigs on the Wing», «Dogs» y «Pigs (Three Different Ones)». El clímax llega durante este último, cuando diversas estampas de Donald Trump desfilan al ritmo de una letra que le va como anillo al dedo: «Big man, pig man, ha ha, charade you are».
El público enloquece. Yo por mi parte me quedo pensando en algunos reclamos que surgieron en la redes sociales a raíz de las dos presentaciones previas de esta gira de Roger Waters, allá en el Foro Sol. En ellos se señalaba que justo en esta parte el británico pretende ridiculizar a un personaje ciertamente abyecto y deleznable, partiendo de una posición homófoba, misógina y machista; pues se le añaden atributos tradicionalmente asociados a lo femenino como el maquillaje o los senos, como si estos fueran algo risible per se. Concluyo que tienen razón, los «insultos» a Trump en los visuales son torpes y están a la altura de frases como «vieja el último» o «pegas como niña». Aunque claro, a nadie a más a mi alrededor parece importarle.
Por otro lado, el hecho de que sea también en este número cuando sacan a pasear a Algie, el icónico cerdo volador de Pink Floyd, con el cuerpo lleno de consignas como «nadie el ilegal», «43 nos faltan y miles más», «fue el Estado» o «vivos los queremos»; me entusiasma. Siempre me ha parecido un buen gesto que los artistas aprovechen el escenario para poner el acento en temas relevantes. Quien ha seguido su trayectoria sabe que en las presentaciones de Roger Waters esto no es inusual. Quedaba sin embargo la duda sobre si en esta visita se atrevería a abordar la desastrosa situación de los derechos humanos en México, más allá de tildar de pendejo a Donald Trump, o de criticar la ocupación israelí en Palestina. Y vaya que lo hizo.
Tras «The Happiest Days of Our Lives» y «Another Brick in the Wall (Part 2)», las críticas hacia Enrique Peña Nieto se vuelven cada vez más frontales. Niños y niñas de las organizaciones Barrio Activo A. C. y Marabunta salen al escenario a hacer los coros del ya clásico himno contra la domesticación de las voluntades, portando playeras negras con la leyenda «derriba el muro». Hacia el final de su participación ocho de ellos se las levantan para mostrar otras con una sola letra impresa, que al juntarse forman la palabra «renuncia», lo que pocos minutos después es reiterado en la pantalla cuando al compás de «Mother» se enfatiza: «renuncia ya». El público responde gritando una y otra vez: «asesino», «culero» y «fuera Peña».
El concierto entra en su recta final con «Brain Damage» y «Eclipse», cerrando con lo que empezamos, el mítico álbum Dark Side of the Moon. El prisma refractando la luz que se muestra en la portada del mismo es emulado a través de una serie de láseres que hacen rugir a la multitud. El show está por terminar. Los músicos dejan sus instrumentos y pasan al frente para hacer una reverencia. El público aplaude y les pide otra canción. Será «Confortably Numb» la que concluya la noche en medio de fuegos artificiales. Pero antes Roger Waters saca una anunciada carta dirigida al presidente de México, en donde le reclama por su incapacidad y su indolencia.
Caminando hacia el metro Bellas Artes pienso que aunque la misiva había sido leída en las dos fechas previas de esta gira, el impacto que causó su lectura en el Zócalo de la Ciudad de México fue mucho mayor. Más de 200 mil personas concentradas en la plaza más emblemática del país, secundaron los dichos del músico británico. Las expresiones de repudio hacia el presidente fueron atronadoras. Y aunque para muchos y muchas tal vez no fue nada nuevo, para otros quizá fue su primera protesta política. A mi alrededor pude observar unas cuantas caras de asombro e incredulidad.
Aunque lo cierto es que tomadas en su justa dimensión, la palabras de Roger Waters no fueron especialmente reveladoras. El hecho de que muchos periodistas las hayan calificado de «muy duras», más bien indica que nuestra prensa está llena de actitudes pusilánimes. El señor no fue nada radical cuando señaló que Enrique Peña Nieto nos ha hundido en el desastre, sino solamente un poco empático. Y eso es algo que deberíamos esperar de cualquier persona con algo de sensibilidad ante el dolor ajeno, sea o no una estrella de rock. Porque la capacidad de sentir indignación y ser solidarios es una necesidad, si queremos que el mundo deje de irse a la mierda.
Reflexiono sobre esto hasta que llego a la entrada del metro, que se encuentra bloqueada por gente cansada pero satisfecha. Como vivo relativamente cerca, decido irme a pie. Hacía mucho que una noche en la ciudad no me parecía bella, esta lo es. Son casi las 11:00. Mañana es 2 de octubre y se cumplen 48 años de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, tragedia que marcó el inicio de una etapa de nuestra historia especialmente siniestra. Camino y me invade la saudade, esa suerte de alegría triste, o tristeza alegre, que descubrieron los portugueses. Decido que antes de dormir tal vez me haga falta una cerveza.
Con fotografías de Santiago Arau Pontones. ©
]]>Este 26 de septiembre se cumplieron dos años de los trágicos sucesos acontecidos en la ciudad de Iguala, Guerrero, en los que según los informes publicados por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) designado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), resultaron heridas cerca de 40 personas, al menos 6 más fueron asesinadas y 43 se mantienen desparecidas, todas estas últimas estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, con sede en Ayotzinapa.
Fueron más de 180 las víctimas directas, la mayoría jóvenes y varias de ellas menores de edad. Mientras que el cálculo de las víctimas indirectas asciende a más de 700, considerando solamente a los familiares más cercanos. Destaca también el nivel de agresión desplegado en contra de las primeras, ya que en todo momento fueron perseguidas y hostigadas tanto por miembros del crimen organizado, como por los cuerpos policíacos y castrenses que supuestamente están ahí para brindar seguridad.
La «masividad» del ataque, como la denominó el propio GIEI, sorprendió a mucha gente dentro y fuera de nuestras fronteras, dando pie a que surgiera una ola de indignación en contra del Estado mexicano, que se ha visto continuamente rebasado en su capacidad de atender los reclamos de justicia que han lanzado las familias de las víctimas. No ha habido hasta ahora una sola respuesta satisfactoria para estas en las conclusiones a las que ha llegado la Procuraduría General de la República (PGR), cuyos funcionarios antes que esclarecer han ensuciado el caso, con hipótesis destinadas a ocultar el hecho de que como dijera el ex titular de la CIDH, Emilio Álvarez Icaza, «Ayotzinapa sí fue un crimen de Estado».
Son muchas las dudas que aún se mantienen abiertas luego de que el riguroso trabajo de los expertos independientes cuestionara la «verdad histórica» esgrimida por el entonces procurador Jesús Murillo Karam, en aquella tristemente célebre conferencia de prensa del 7 de noviembre de 2014. La mayoría de sus afirmaciones hoy se han derrumbado y la actual procuradora, Arely Gómez González, solo atina a contestar generalidades cuando se le cuestiona sobre el caso, mientras los estrategas del gobierno federal se limitan a acotarlo al ámbito municipal, minimizando y a la vez justificando la actuación del ejército y la policía federal dentro del mismo.
La mayor incertidumbre por supuesto sigue siendo: ¿dónde están los 43 normalistas desaparecidos? Recientemente la PGR anunciaba que, siguiendo una de las recomendaciones del GIEI, se iniciaría su búsqueda en 40 fosas clandestinas. Considerando que se sabe de la existencia de muchas de éstas desde los primeros meses posteriores al ataque, que esto suceda casi dos años después de que los estudiantes fueran entregados a miembros del crimen organizado por policías municipales de Cocula (y aparentemente también de Huitzuco), denota un grado de indolencia atroz.
Por todo ello no es extraño que tanto los familiares como todas aquellas personas que se han solidarizado con su dolor, no confíen en el gobierno para encontrarlos, pues su conclusión es que éste sólo ha atinado a montar simulaciones en las que se elude la responsabilidad de la mayoría de los funcionarios involucrados, a la vez que se intenta criminalizar a las víctimas para culparlas de su propia desgracia. Las principales respuestas sobre el caso no han venido —ni vendrán— del Estado mexicano.
El nivel de aprobación del actual gobierno está por los suelos, incluso las encuestas levantadas por medios normalmente condescendientes con este así lo indican. Opinócratas de todos los colores explican el hecho haciendo referencia a: la subida del precio del dólar; el pésimo desempeño del gabinete económico; la constante subida en los precios del gas, la gasolina y la luz; los escándalos de corrupción como el de la Casa Blanca, o el plagio en la tesis de licenciatura del hoy presidente; y la torpe invitación que se le hizo al candidato republicano, Donald Trump.
No muchos de ellos abundan sin embargo, en el hecho de que por lo menos aquellas situaciones que competen al tema económico son consecuencia directa de una serie de reformas estructurales de carácter regresivo, tales como: la laboral, la energética, la hacendaria o la educativa; que se han venido fraguando desde varios sexenios atrás, en gobiernos encabezados tanto por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), como por el Partido Acción Nacional (PAN), en tanto el resto de los partidos jugaban a la oposición, cuando en realidad eran poco más que comparsas.
Y todavía menos son los que aluden a la grave crisis en materia de derechos humanos en la que está sumido el país como fuente directa del descrédito que afecta al actual gobierno. Lejos de aminorar con la mal llamada «transición democrática», la vocación represiva del sistema político mexicano se agudizó, al tiempo que entró en una etapa de cierto descontrol. Hay más continuidad que ruptura entre las presidencias de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Partillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Prueba de ello es que la historia del México contemporáneo puede muy bien reconstruirse a partir de sus represiones y masacres. Desde la Plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco en 1968, pasando por las de Aguas Blancas en 1995, Acteal en 1997, El Charco en 1998, Atenco en 2006, Oaxaca en 2006, Ayotzinapa en 2014 y Nochixtlán en 2016; los métodos utilizados por el Estado mexicano para acallar a sus voces disidentes y controlar a la población, no han dejado de recrudecerse. Y es que el proceso de «modernización económica» ha requerido de un aparato represivo brutal e implacable.
A cuatro años del regreso del PRI, los malos augurios se han cumplido. El 28 de mayo de 2012, Trinidad Ramírez, luchadora de San Salvador Atenco, confrontó a Enrique Peña Nieto en el marco de las reuniones con los candidatos que organizara el Movimiento por la Paz. Ahí, sin tapujos le dijo:
Esto es lo que el PRI representa. Ustedes tratan al pueblo y sus líderes como delincuentes. Lo hicieron en 1968 y en 1971, en las masacres de Aguas Blancas y Acteal. No importa cuánto quieras deslindar, ese es tu partido. […] Lo que tú representas es un gobierno prepotente y violento, incapaz de aceptar la crítica y acostumbrado a imponerse por la fuerza y la manipulación. Tu campaña es un peligro para esta nación, sobre todo para los pueblos y para cualquier espíritu crítico y honesto. […] No venimos a pactar, sino a señalarte y decirte que sabemos que la justicia no vendrá de ustedes, los represores, sino del pueblo.
Y es esta certidumbre presente hace mucho tiempo en los movimientos sociales, la que poco a poco ha empezado a extenderse hacia el común de la población, sobre todo a partir de lo sucedido a los normalistas de Ayotzinapa, lo cual para muchas personas significó un punto de no retorno. Pero todavía está por verse si toda esa indignación va a encontrar los caminos para acceder a una justicia verdadera, en donde se expongan y desmonten todos los engranes que mueven a este Estado criminal.
Publicado en SubVersiones el 27 de septiembre de 2016.
Con fotografías de Jorge Luis Linares.
Una de esas jóvenes era Kathleen Hanna, estudiante de fotografía en The Evergreen State College, originaria de Portland, Oregon, a la que podemos ver en este video de YouTube que muestra una sesión de spoken word denominada «The Middle of the Night in My House», en la que una mujer denuncia el abuso sexual que sufrió a los nueve años de edad.
En el excelente documental The Punk Singer se cuenta que fue la escritora Kathy Acker quien le comentó a Hanna en uno de sus talleres, que nadie iba a ver las representaciones de «palabra hablada», sugiriéndole que si quería difundir sus mensajes, mejor formara una banda. Coincidió que por esas fechas dos de sus amigas, Tobi Vail y Kathi Wilcox, tenían una inquietud similar, por lo que juntas decidieron conformar el que sería uno de los grupos más representativos del movimiento: Bikini Kill. Hanna asumió la voz, Wilcox el bajo y Vail la batería, mientras que Bill Karren, un amigo de Tobi que siempre supo dar un paso atrás para promover que las chicas fueran las auténticas protagonistas del proyecto, tomó la guitarra.
El ejemplo cundió rápidamente. Y al igual que ya estaba sucediendo con los fanzines, los grupos de punk conformados mayoritariamente por chicas que abordaban en sus letras temas como el acoso, la violencia de género y el combate contra el patriarcado, comenzaron a multiplicarse. Primero en el noroeste y después en varios puntos de los Estados Unidos. La ola llegó incluso al Reino Unido, en donde surgió una de las bandas adscritas al movimiento Riot Grrrl más potentes: Huggy Bear. Otro grupo destacado fue Bratmobile, cuyas integrantes Allison Wolfe y Molly Neuman participaron, junto a Kathleen Hanna, en la redacción del hoy ya mítico manifiesto.
Musicalmente hablando, el momento histórico en el que sucedía todo esto no podía ser más interesante. En el ámbito del mainstream triunfaba una banda como Guns N’ Roses, liderada por Axl Rose, quien solía hacer alarde de su misoginia y homofobia. Aunque al poco tiempo el número uno de las listas le sería arrebatado por Nirvana, agrupación liderada por Kurt Cobain, el ex novio de Tobi Vail y amigo entrañable de Kathleen Hanna, quien siempre que pudo mostró su rechazo hacia la violencia machista.
En cuanto a la escena underground, el hardcore estaba dando sus últimos coletazos mientras se consolidaba el grunge, que aunque empezó como un fenómeno marginal, pronto se abrió paso hacia el gusto de las mayorías con bandas como la ya mencionada Nirvana, Pearl Jam, Alice in Chains o Soundgarden. El movimiento Riot Grrrl se desarrolló paralelamente a este último, pero nunca llegó a ser tan popular por la sencilla razón de que para sus integrantes el mensaje importaba más que la música. Nunca se plantearon ser famosas, sino empezar una cruzada. Aun así, produjeron varios álbumes que suenan como se supone que debe sonar el punk: algo sucio y descuidado, pero tremendamente poderoso y honesto, fiel al espíritu Do It Yourself.
Las Riot Grrrl eran agresivas, inteligentes y enérgicas. No tenían miedo de expresar su sexualidad, de denunciar los abusos, ni de reclamar lo que era suyo. Una de sus batallas más recurrentes fue luchar por un entorno seguro para las chicas en los conciertos, haciendo que los hombres se replegaran hacia atrás para dejar que ellas disfrutaran de la música y organizaran su propio desmadre. Y es que el slam en aquellos ambientes solía tener justo el efecto contrario: las mujeres acababan en el fondo de las salas, sosteniendo las chamarras de sus hermanos, amigos, novios o amantes.
Como en cualquier movimiento, con el tiempo afloraron las contradicciones que lo agotaron, pero quien crea estar libre de pecado por favor agarre una piedra y estréllesela en la cabeza. Hanna comenta en otro breve documental, Don’t Need You: The Herstory of Riot Grrrl, que lo que ellas se plantearon fue tener sus propios espacios para pasar el rato, hacer elecciones libremente, aprender unas de las otras y poder equivocarse. Nada más, nada menos. Todo ello sin pedirle permiso o autorización a nadie.
Algunos afirman que duraron lo que un relámpago, pero eso no es del todo cierto. Bikini Kill se disolvió luego de ocho años. Corin Tucker de la efímera banda Heavens to Betsy, sigue tocando hasta la actualidad con su segundo grupo, el virtuoso trío Sleater-Kinney, que sigue bebiendo directamente del espíritu Riot Grrrl. Y aunque hubo muchas otras agrupaciones que surgieron y desaparecieron dejando uno o dos álbumes, su influencia se sigue dejando sentir en vocalistas bastante alejadas del punk pero cercanas al feminismo, como Beth Ditto de Gossip, o Lauren Mayberry de Chvrches.
La misma Kathleen Hanna formó nuevos proyectos como Le Tigre o The Julie Ruin, que a pesar de sonar más amables y menos estridentes, continuaron teniendo sus raíces en el punk y defendiendo en sus letras, además de los derechos de las mujeres, los de las personas LGBT.
¿Porqué escribir sobre ellas? Porque pocos movimientos han tenido ideas tan brillantes. Chicas de todo el mundo se siguen sorprendiendo cuando leen o escuchan sus trabajos por primera vez y se inspiran en ellos para luchar por su libertad, en sus propios términos. Porque vivimos en un país en el que la mujer es considerada un objeto que está ahí para servir al hombre y darle placer. Porque cuando no se ajustan a dicho papel se abusa de ellas o se les mata. Porque hay imbéciles que minimizan o justifican toda esa violencia. Y porque la idea del Manifiesto Riot Grrrl, que afirma que las chicas son una fuerza revolucionaria que puede cambiar al mundo es totalmente cierta.
Publicado en Yaconic el 25 de mayo de 2016.
]]>Valentina es una mujer que llama la atención. En los últimos años, su cuerpo ha experimentado transformaciones drásticas, fruto del esfuerzo físico, un estricto régimen dietético y el uso de sustancias anabólicas. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que es uno de los seres humanos más fuertes que conozco. Sus músculos muestran una definición y volumen que supera al de la mayoría de la gente con la que trato. Aunque no se me malentienda: Valentina aún no ha llevado su hipertrofia muscular a niveles masivos. Y yo convivo con muchas personas flácidas, ya sea que estén obesas o raquíticas.
Supongo que ella también conoce a algunas de estas, pues durante años compartimos aulas, jardines y pasillos en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ahí estudió la licenciatura y la maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información, cursa actualmente el doctorado en la misma especialidad, e imparte clases. Su padre, madre y hermana también son académicos. El primero es aficionado al deporte e incluso ha escrito ensayos sobre el tema. Ella y él rompen el estereotipo del investigador que —como apuntara Ken Robinson en una famosa charla en TED— sólo usa su cuerpo para transportar su cabeza.
Nos vemos afuera de la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria durante uno de los días más fríos del comienzo de 2016 para concretar la entrevista que sirvió de base para redactar este texto. En realidad platicamos dos veces pero durante la primera ocasión no tomé notas ni prendí la grabadora. Me respondió además un cuestionario por correo electrónico. Va vestida con un grueso abrigo, por lo que casi no puedo apreciar su fortaleza física, sin embargo la tengo muy presente pues un día antes había estado revisando (cual stalker) aquellas fotografías de su Facebook en donde aparece compitiendo. Empiezo por preguntarle lo obvio: sus motivaciones.
Mi primera motivación era no sentirme vulnerable ante los peligros de la calle. Siempre hice mucho deporte, sin embargo no se notaba y eso me hacía sentir vulnerable ante los peligros de la calle. Porque me molestaban mucho, me acosaban mucho cuando era más joven. Yo era muy flaquita y tenía mi pelito largo y pelirrojo. Más de una vez me pasaron cosas feas.
Me narra una de estas malas experiencias. Un sábado mientras caminaba hacia su casa después de salir de la universidad, cerca del metro Copilco, un tipo se le acercó y le estampó la mano en la nalga. Ella, aunque sabiéndose menuda, le asestó un golpe en la nariz que hizo que el imbécil empezara a sangrar. Espantado, éste salió huyendo mientras le gritaba que estaba loca y ella —¿por qué no?— corrió tras él. Cuando lo alcanzó lo derribó y comenzó a patearlo. Valentina era ya para ese entonces una alumna avanzada de kick boxing y karate, deportes en los que llegó a ser cinta negra. También había practicado boxeo. Sin embargo, seguía viéndose graciosa e inofensiva.
Cuando eres muy delgada y te ves como niñita la gente cree que tienen derechos sobre ti, sobre ti y sobre tu cuerpo; derechos sobre tus decisiones. Vas al banco a hacer un trámite ya siendo mayor de edad y no te hacen caso, porque te infantilizan, todo el mundo te infantiliza. Dudan de tus capacidades. Entonces lo primero que me motivó fue eso, estaba cansada de que me vieran de esa manera.
Valentina decidió convertirse en una mujer capaz de intimidar. A pesar de que había hecho deporte desde los catorce años, el proceso no fue nada sencillo. Su primer mentor le indicó que debía dejar de ser vegetariana para empezar a ganar peso, lo que combinado con rutinas de entrenamiento garantizaría que este se repartiera de manera uniforme. Valentina se tomó muy en serio su proyecto de ponerse grande y fuerte, al grado de que eventualmente empezó a inyectarse derivados de la testosterona. Los cambios no se hicieron esperar. Recuerdo que por aquellas fechas yo fui uno de los que le preguntó por qué siempre estaba enferma de la garganta. Su voz era otra.
Los esteroides anabólicos suelen tener en mayor o menor medida, marcados efectos secundarios de tipo androgénico en las mujeres. Disminución del tamaño de los senos, ausencia de menstruación, crecimiento de vello en la cara y la espalda, alargamiento del clítoris, acné y engrosamiento de la voz. Empero, sus partidarios aseguran que la mayoría son reversibles o por lo menos controlables, si se combinan con una buena alimentación, proteínas, vitaminas y mucho entrenamiento. No tengo suficientes elementos para negarlo, ni para creerlo. Valentina me dice con toda sinceridad, que considera que no ha descansado lo suficiente de estos. Le pregunto el porqué.
Yo creo que porque me gusta. La testosterona te da algo que el estrógeno no te da: mucha autoconfianza. Y para alguien como yo que tiene la autoestima bajita, hace que veas el mundo de manera muy diferente. Me deprimo mucho menos. Me siento más productiva. Soy mucho más activa. Y hay cosas que yo pensaba que no eran ciertas, pero por ejemplo este sentimiento de «me vale madres», eso que les pasa a los hombres, eso me pasa a mí. Hay muchas cosas que antes me hubieran hecho enojar, o ponerme triste, o llorar, y ahora es como si me hubiera desensibilizado. Y eso a mí me cayó muy bien, porque era una persona hipersensible. Todo me dolía. Suena horrible pero es la verdad.
Pienso en su palabras. Concluyo que no soy quién para juzgar las adicciones ajenas. Pero me surge una duda. ¿Cuáles son los límites?
Realmente no tienes un límite cuando haces esto. Eso es un problema. Bueno no sé si sea un problema. En realidad creo que está bien, porque si tuvieras un límite serías muy mediocre. Toda esta semana que no entrené me sentí súper miserable. Una vez que estás entrenando te das cuenta que no es algo que quieres dejar de hacer. No el entrenar sino en general todo el estilo de vida. No hay un límite. Por eso las mujeres pueden llegar a crecer tanto y los hombres también pueden llegar a crecer tanto. Tal vez el límite que de pronto tu cuerpo te ponga, pero hasta eso es relativo ya que haciendo los cambios adecuados siempre se puede llegar a más.
Conforme la charla avanza, confirmo algo que ya había notado la primera vez que platicamos sobre el tema, Valentina, antes que perseguir un arquetipo determinado de perfección, está construyéndose y conociéndose a sí misma; tomando el control de su cuerpo de una manera radical y quizá —muchos piensen— extrema. El principal argumento de quienes reprueban su actuar suele ser el mismo que se le aplica a cualquiera que, en las situaciones más variadas, ejerce la soberanía sobre sus células: «No es natural». Es lo que te dice la gente cuando por ejemplo, te tatúas, te perforas, tomas drogas recreativas, follas con personas de tu mismo sexo o abortas.
Ella por su parte procura tomarse las miradas y los murmullos con buen humor. Aunque admite que sí le preocupa que se pueda llegar a cuestionar su capacidad intelectual en su trabajo como académica. Y es que hasta sus oídos han llegado rumores en los que básicamente se le califica como una persona superficial. Valentina acepta que lo que hace es una suerte de culto al cuerpo, pero no en un sentido que apunte hacia lo banal. «Yo no lo hago como un culto a mí», afirma. Hablamos entonces sobre los cambios que ha notado y sobre si cree que ha logrado sus objetivos.
Me siento mucho más segura. Si ando sola en la calle me siento mucho más segura. Y es gracioso porque me siento mucho menos sola. Uno hace muchas cosas para protegerse de la soledad. Por ejemplo: cargas un libro, cargas audífonos, si te sientas a esperar a alguien ves el teléfono. No estamos hechos para la contemplación, porque la contemplación te hace darte cuenta que estas solo. Y yo ahora por ejemplo puedo salir sin un libro y sentarme así, a contemplar.
En muchos aspectos, creo que el proyecto que ha emprendido esta mujer apunta hacia la reconquista de espacios que van desde lo más íntimo y privado —léase, su propio cuerpo— hasta lo público. En este sentido, le pregunto si siente que está haciendo una crítica al rol de género que tradicionalmente se le impone a las mujeres. Ese que dicta que, entre otros absurdos, la fortaleza física es un privilegio masculino.
Si tu no criticas ese rol, de ninguna manera puedes dedicarte a esto. Y puede ser que muchas mujeres que se dedican a esto no critiquen el rol conscientemente, pero igual lo están haciendo porque tienes que enfrentarte a todo un sistema de creencias y de valores para dedicarte a esto. Tiene que existir esa crítica porque si no, no puedes hacerlo. Aunque no te lo plantees como tal. Todos nosotros vamos encajando en ciertos estereotipos de género de diferentes maneras. Y vamos reproduciendo además relaciones de dominio y de poder de diferentes formas. Todos. Creo que lo que nos toca, es por lo menos darnos cuenta de cómo es que lo estamos haciendo.
Publicado en Yaconic el 2 de junio de 2016.
Así como en el Número 17, Año 4, de su versión impresa.
La historia que en él se nos cuenta se ciñe a lo que sucedió en la región de Tierra Caliente —olvidando tanto la Meseta P’urhépecha como la región Costa-Sierra—, centrándose en la carismática figura del doctor José Manuel Mireles Valverde, un hombre que si bien ha jugado un papel destacado en el levantamiento michoacano en contra del crimen organizado, no lo representa en su totalidad. Y aquí hay que decir que dada su complejidad, ningún individuo podría hacerlo.
El doctor Mireles es un personaje trágico, lleno de claroscuros. Virtudes no le faltan. Valiente, con un don de palabra notable, leal con su pueblo, nunca se dejó convencer por los cantos de sirena con los que los representantes del gobierno federal consiguieron subordinar a otros miembros de las autodefensas. Por ello hoy día sigue preso, padeciendo las secuelas de una diabetes mal controlada en una prisión federal.
Sin embargo posee también varios defectos. El machismo es uno de ellos. Como se aprecia en el documental, no ha dudado en aprovechar su posición para seducir a una jovencita menor de edad. En modo alguno le incomoda parecer un caudillo, le gustan demasiado los reflectores y las cámaras. Y en muchas ocasiones su discurso ha sido ambiguo, ya que dependiendo del interlocutor, un día bien puede llamar a la insurrección nacional, mientras que en otro agradece la colaboración de la policía y el ejército.
Y aunque es muy cierto que en un principio las autodefensas crecieron gracias a su elocuencia, a la larga su protagonismo se convirtió en un lastre. Prueba de ello es que periodistas y cineastas perezosos como Matthew Heineman lo han utilizado como pretexto fácil para no documentar lo que muchas personas honestas de Michoacán siguen haciendo hasta el día de hoy, que es mantener a sus pueblos libres de criminales, organizadas de manera colectiva y con las armas en la mano. Como ejemplos destacados vale nombrar a las comunidades indígenas de Santa María Ostula y Cherán.
Por lo que sí se han preocupado estos es por señalar y magnificar las desavenencias internas y las traiciones, con el objetivo de fortalecer un discurso conformista y desencantado que medios y plumas afines al statu quo suelen poner en circulación cada que tiene lugar una revuelta. En él se afirma que organizarse para luchar contra las condiciones que te oprimen no vale la pena. Por ejemplo en Tierra de cárteles se pone el acento en el fenómeno de los «arrepentidos» o «perdonados», criminales que se infiltraron en el movimiento para impedir su unidad, cosa que en buena medida lograron.
Muy limitadamente se aborda en cambio, que esto fue alentado por el gobierno federal a través los oficios del comisionado Alfredo Castillo y la que muchos identifican como su mano derecha, una mujer de origen cubano cuyo nombre es María Imilse Arrué Hernández. Y aunque ésta aparece brevemente a cuadro —junto a Estanislao Beltrán alias Papá pitufo—, no se dice nunca que ella fue pieza fundamental en la conformación de la Fuerza Rural, en donde se regularizó a buena parte de estos delincuentes supuestamente reformados.
De hecho la labor contrainsurgente de los funcionarios federales pasa a un segundo plano. Así como el papel desempeñado por el Cártel de los Caballeros Templarios. Llama la atención que un hombre tan afecto a dar declaraciones a medios extranjeros y a lanzar mensajes a través de YouTube como Servando Gómez Martínez alias La Tuta, no haya despertado la curiosidad del cineasta. Y también que no se hable de los vínculos comprobados que tenía su organización con varios políticos del estado, empezando por el hijo del entonces gobernador con licencia, Fausto Vallejo.
Por si fuera poco, el valor estratégico de los territorios que conforman Michoacán no se menciona por ningún lado. Nada hay en el filme sobre la presencia de grandes mineras en comunidades como Aquila, en donde fueron apresados 45 guardias comunitarios cuando el levantamiento tenía unos meses. Ni tampoco hay alusión alguna a la corrupción en el puerto de Lázaro Cárdenas, el más importante del Pacífico y por donde entra y sale una cantidad importante de contrabando. Al doctor Mireles lo detuvieron, junto con un grupo de sus compañeros, precisamente cuando acudió a él para intentar liberarlo.
Por dolo o por ineptitud, la mirada de Matthew Heineman hacia el levantamiento en contra del crimen organizado en Michoacán resulta sumamente miope y sus conclusiones pecan de elementales. Demasiadas omisiones para una obra que supuestamente presenta la verdad cruda y desnuda. Lo que en realidad hace es simplificarla al confundir la parte con el todo, reforzando una percepción derrotista sobre los intentos de la gente honesta dirigidos a combatir a la barbarie. La manipulación de los hechos que en ella se observa no está tanto en lo que dice, sino en lo que calla.
Finalmente, el intento de contrapuntear la historia de este lado de la frontera con la de los fascistas gringos que combaten contra fantasmas en Arizona, resultaría gracioso de no ser porque se termina haciéndoles publicidad. Para muchos es evidente lo ridículo de sus argumentos, pero recordemos que personajes como Donald Trump están obteniendo un amplio apoyo entre los norteamericanos por decir cosas igual de estúpidas. Compararlos con personas que legítimamente se han querido sacudir a los criminales, sin someter sus premisas a un análisis exhaustivo, de algún modo los enaltece.
Por supuesto hacen falta miradas críticas hacia los movimientos sociales, ya sean estos pacíficos o armados, que exploren tanto sus virtudes como sus defectos. Sin embargo el acercamiento hacia los mismos debe hacerse desde una perspectiva que ayude a entender sus dinámicas. Retratar a unos cuantos de sus actores para de ahí sacar conclusiones generales es a todas luces un error. No considerar el entorno económico, político, geográfico e histórico ni se diga. Tierra de cárteles cae en todo ello. Busca entretener e impactar y lo consigue, pero al final, no explica nada.
Publicado en SubVersiones el 24 de agosto de 2015.
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