Cortázar, Borges, Buda y lo impermanente

Cortázar, Borges, Buda y lo impermanente

En el capítulo 109 de Rayuela, se dice que Morelli (álter ego de Julio Cortázar) «procuraba justificar sus incoherencias narrativas» sosteniendo que la vida no es cine sino fotografía, es decir, que lo que nosotros percibimos como la existencia es una suma de fragmentos que se guardan en nuestra memoria.

En sus obras, Morelli se limitaba a describir dichos fragmentos, dejándole al lector el trabajo de conectar los puntos, de establecer los puentes entre los pedazos inconexos. Para él, generar la ilusión de un devenir no era únicamente responsabilidad del autor.

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