Quemar las naves

Quemar las naves

Quién no ha sentido la necesidad de hacer tabula rasa del pasado. Quemar las naves, mandar a la mierda lo aprendido, empezar de cero, renovarse.

Arvo Pärt en su obra que lleva por nombre dicha locución latina, traduce en notas mínimas y muy meditadas, esta actitud. Principal exponente de lo que a algunos les ha dado por llamar «minimalismo sagrado», Pärt arranca de raíz el corazón del hombre, lo coge en su puño y lo aprieta hasta que se desvanece.

Hay, cómo no, un sentimiento trágico en su música, pero también liberador. No se puede ser otro sin pagarle peaje a la muerte y esta es siempre algo turbador, un tránsito nunca exento de violencia. Pero al cruzar está la paz, el cese, la integración con el vacío, la reconciliación con lo que somos y con lo que dejamos de ser.


Publicado en Tres Tristes Moscas el 24 de octubre de 2010.